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"chifles el Ñaño, el buen sabor de casa"

Bajo el sol radiante de la costa ecuatoriana, donde el aroma del plátano madurando en los campos se mezcla con la brisa cálida del Pacífico, nació una tradición que con el tiempo se convertiría en un legado familiar: Chifles El Ñaño .
Desde temprano en la mañana, los plátanos recién cosechados fueron seleccionados con cuidado. No todos servían, solo aquellos con la textura y el color perfectos, esos que al freírse soltaban un crujido inconfundible. Con un cuchillo bien afilado, la abuela los cortaba en finas rodajas y los sumergía en aceite caliente, llenando la casa con un aroma que hacía que todos corrieran a la cocina. Cada bocado era más que un simple aperitivo: era una invitación a compartir, sentarse juntos en la mesa, reír y contar historias.
Los chifles se convirtieron en el alma de las reuniones familiares. No había domingo sin una fuente grande en el centro de la mesa, acompañados de queso fresco, ají casero o un buen ceviche. No era solo comida, era un símbolo de unión, un recordatorio de que la felicidad se encuentra en la
Con el tiempo, la receta fue pasando de generación en generación. Lo que comenzó como un secreto familiar pronto se convirtió en una pasión. Los hijos y nietos aprendieron el arte de freír los chifles con la misma paciencia y dedicación de la abuela. Pero más que una técnica, entendieron el verdadero significado detrás de cada bocado: el valor de la tradición, la importancia de Chifles El Ñaño.
Pero la esencia sigue intacta. A pesar del tiempo, Chifles El Ñaño conose
Porque la verdadera magia de los chifles no está solo en su sabor, sino en lo que representan: la calidez del hogar, la alegría de compartir y la certeza de que las mejores historias siempre comienzan alrededor de una mesa. ¡Y qué mejor manera de contarlas con Chifles El Ñaño !